Cosa de nazis

ESTA clase política que se apaña con un puñado de palabras elementales amasa cada semana un descarrilamiento lingüístico, una amenaza, una mentira o un insulto para justificar el foco y el cargo. María Dolores de Cospedal se descolgó el sábado con un bocinazo agrio al llamar nazis a los ciudadanos que protestan contra ciertos políticos -aún de manera pacífica- en los dominios de esos políticos. Hay cosas que no sucederían si no se hubiera estafado a la gente. Si no se humillara a quienes se ven florecer en el abandono administrativo mientras los sobres, los viajes, las comisiones (con ERE y sin ERE), los Jaguar y otros apliques han sido norma de uso para tantos aforados.

No se trata aquí de saber si aceptamos o no el acoso al político como disciplina olímpica, sino de señalar el desprecio con el que algunos profesionales de los partidos despachan un asunto de gran calado social como es la desesperación sin alternativas de tantos hombres y mujeres. Por eso, llamar nazi es mucho llamar. Un exabrupto de urgencia que oculta un rencor largo y meditado como una patada en los huevos.

María Dolores de Cospedal lo enhebró todo mal en ese comentario. Pues los nazis, entre otros quehaceres, no exhibían descontento alguno sino que directamente asesinaban a los descontentos, a los opositores de su barbarie, a los judíos, los gitanos, los maricas, los malformados... La Historia, cuando la coges a bulto, se descangalla sola y te deja en mal lugar.

Lo peor que puede hacer un político es decepcionarnos. Y aquí se da el caso de algunos que ya insultan de más a la peña al sentirse señalados. Cada día perdemos una posición y una palabra en el casillero de la democracia. No se puede ir por ahí llamando nazi a los contrarios un sábado cualquiera, con esa transparencia tan equivocada y española que sólo se hace fuerte en la ofensa. Luego berrean algunos politiquillos que la prensa los deshace, cuando son ellos solos los que se quitan de en medio por el uso indecente de una dialéctica de cananas que verifica el fondo baldado de su malpensar. Conviene elevar el nivel en esto y en todo lo demás. Que da vergüenza, señorías. Aquí hubo muy buenos faltones: de Quevedo a Fraga, de Vélez de Guevara a Guerra. Tenían algo de maldad luminosa y de gracia sulfúrica en la palabronería. Pero esto de aparecer con un orfeón de palmeros y llamar nazi a ese censo estafado que ve pasar su miseria por las portadas de los diarios junto al notición de los saqueos cometidos o favorecidos por algunos de ustedes... Eso, exactamente eso, sí que es chungo. Política, dicen.